Más allá de Tirios y Troyanos



Estimado lector, no tengo más pretensiones con este modesto escrito que compartir mi propia reflexión, quizá equivocada, pero sincera. Si algo de lo que digo le es de utilidad tómelo, si no simplemente déjelo. Varias frases de afirmaciones que hago están hipervinculadas, así que podrá ampliar mis referentes y hacerse a sus propias conclusiones.
   



El panorama de la segunda vuelta nos ha dejado ante una disyuntiva, a mi modo de ver, trágica. Digo trágica en el sentido de que, al aplicar el principio racional que aconseja de entre dos males elegir el menor de los males, no es tan fácil determinar cuál es en este caso el menor de los males, en la medida en que, lejos de ser dos opuestos extremos, como dicen varios, se trata más bien de dos casos difícilmente conmensurables entre sí: u otro gobierno del uribismo o Petro en el poder.

Hay que reconocer que el programa y las propuestas de la "Colombia Humana" no se pueden despachar tan fácilmente de un sólo plumazo. Por su parte, las propuestas de Duque no están tan bien consolidadas, y aunque pueden resultar interesantes no es claro cómo se van a desarrollar, y francamente suenan a "requisito de campaña". La disyuntiva entonces no se puede plantear simplemente en términos de "o Petro o Duque", sino que preferiría plantearla en términos de o "Uribismo" o "Colombia Humana".


Esta precisión, a mi entender, no es menor, pero hay que hacer algunas claridades: Uso el término "uribismo", no por llevarme a engaño creyendo que Uribe Vélez articule un conjunto de ideas o doctrina sistemática, sino más bien por cuanto constituye un tipo de política personalista, es decir, centrada no las propuestas de gobierno, sino en la personalidad y carisma del gobernante, en este caso, de Uribe Vélez; y ya esto muestra un síntoma interesante, si se asume la premisa de que están votando por Uribe más que por Duque o sus propuestas de campaña, lo cual debería ser lamentable para el propio Duque, o al menos cuestionarlo en su autoestima.

Por su parte, el candidato Petro, tiene propuestas y un proyecto político claro: la llamada "Colombia Humana"; un proyecto que tuvo un primer piloto en la "Bogotá Humana", y una propuesta que amerita ser ponderada en sus  pros y en sus contras (Recomiendo ver: 123, 4, 5, 6, 7). Pero para efectos prácticos iniciemos considerar el mapa electoral en Bogotá en las pasadas elecciones del 27 de mayo. Aquí, en primera vuelta, 1.098.478 personas votaron por la "Colombia Humana", es decir, el 29,6% de los sufragantes y el 19% del total de personas habilitadas para votar en el Distrito Capital. Esto puede interpretarse como un signo de que, a pasar de todo, un porcentaje significativo de quienes muy posiblemente vivieron la "Bogotá Humana", siguen creyendo en la viabilidad y bondad de este proyecto político. A riesgo de equivocarme, me atrevo a decir que en un gran porcentaje de estos 1.098.478, se trata de personas que votan más por una propuesta que por un candidato, y ven en Petro más sus propuestas que su persona, y es quizá esto lo que hace que los argumentos ad hominen contra Petro, no hagan nada de mella en quienes han decidido creer y apoyar a la "Colombia Humana".

Pese a que ni Petro ni Duque ganaron en Bogotá, donde el candidato de la "Coalición Colombia", Sergio Fajardo, obtuvo el 33,77%, con 1.240.799 de los votos, situándose casi 4 puntos porcentuales por encima de Gustavo Petro y 7 puntos por encima de Iván Duque, quien alcanzó el 26,78% del electorado bogotano, con 983.931 votos; lo cierto es que Petro sigue teniendo un importante caudal electoral en Bogotá, lo cual puede ser interpretado como síntoma de los aciertos de la "Bogotá Humana". Este primer dato, aunado al escrutinio a escala nacional, en el que Petro, con el 25,08%, aventaja a Fajardo, con 23,73%, en tan sólo 261.558 de votos, desmiente el "lugar común" de la presunta "polarización", pues más allá de Tirios y Troyanos, los 4.589.696 de votos por Fajardo representan a un grueso de la población que no necesariamente cree en la "Colombia Humana" o que mantienen cierto escepticismo hacia Petro, pero que por otro lado, no apoyan directamente al Uribismo.

Por el otro lado, los 7.569.693 votos de Duque hay que interpretarlos de modo diferente a los 4.851.254 de Petro. Más allá del presunto fraude y las enmendaduras en los E-14, es plausible que la estrategia del miedo al fantasma del "castrochavismo", alimentado por las imágenes desinformadas de la situación de desabastecimiento en Venezuela y del régimen presuntamente antidemocrático de Maduro, junto con la proliferación de venezolanos en las calles de Colombia y ocupando los trabajos informales, de baja cualificación o en subempleo, subidos en el transporte público de las ciudades mostrando sus devaluadas monedas y la lamentable pérdida de poder adquisitivo del Bolívar Fuerte que en busca de mutar al Bolívar Soberano pretende una estrategia desesperada ante una inflación desbordada; si bien este miedo no es del todo infundado, aún a pesar de la lamentable situación que vive del pueblo venezolano, las probabilidades reales de que Petro, incluso aun cuando él quisiera, llevara a Colombia al tal "castro-chavismo" son francamente muy escasas. Habría que considerar, primero, las múltiples causas por las que Venezuela ha llegado a esta situación, así como las condiciones que hicieron esto posible, pero dejaré esto para otra entrada. Por lo pronto, me atrevo a decir que una gran parte de los votantes de Duque, no saben exactamente qué eligieron, pero multitudes fácilmente gobernadas por el miedo a no se sabe qué, no votaron por las propuestas de Duque sino en contra del fantasma "castrochavista", sin contar que el considerable desfase entre los votos esperados y el 1.407.840 efectivamente obtenidos por Vargas Lleras son en gran parte síntoma de la propaganda contra de "la mermelada" y el presunto desgobierno de Juan Manuel Santos, fuertemente difundida, entre otros, por el uribismo que así cosecha los réditos de su demagogia del miedo y el supuesto desgobierno de Santos-Lleras.

En este punto, he de confesar que si se supera o se obvia el pseudomiedo al tal castrochavismo y se pondera el panorama real, es muy poco lo que puede encontrarse en Uribe o en las propuestas de Iván Duque que seduzca o amerite a votarlo, incluso aun cuando asumiéramos que ha habido también falsa prensa y mitologías que circulan para desprestigiar o distorsionar sus pequeñas propuestas.

Aún así, y manteniendo que se trata de una disyuntiva trágica entre dos alternativas inconmensurables, es falaz el argumento, de tinte moralista, que dice que si el uribismo es de suyo "paramilitarismo", falsos positivos, muertes selectivas de líderes sociales, encubrimiento de enjuiciamientos extrajudiciales e ilegales, entre otras acusaciones en las que Uribe Vélez no parece salir bien librado; entonces hay que votar por Petro. Pero eso sería lo mismo que no votar por las propuestas de la "Colombia Humana" sino en contra de Uribe o por miedo a Uribe, lo cual puede ser válido en el ejercicio democrático, y si se trata de no apoyar un proyecto, es igualmente legítimo la opción del voto en blanco, aun cuando sea un mero simbolismo. La falacia consiste en implicar que de la "maldad inherente" a una opción se sigue la bondad de la otra opción (falsa implicación), que no deja de tener un halo de arrogancia y pretensiones de superioridad moral por para de los seguidores de Petro y su "Colombia Humana".

Pero bien podría objetarse, como de hecho se objeta, que el voto en blanco es dejar el camino libre a Uribe para que siga perpetuándose en el poder y dilatar ad infinitum su comparecencia ante los tribunales de justicia. Se incurre entonces en otra falacia, una suerte de ad hominem que busca descalificar moralmente a quien no apoya la propuesta de la "Colombia Humana". Pero más allá de que hay también una falsa disyuntiva moral del tipo "o lo uno o lo otro" donde si "lo uno" se identifica con "lo malo", "lo otro" resulta ser "lo bueno"; es necesario ponderar la situación y el peso efectivo del sufragio individual para ponderar responsabilidad en el efecto de la acción. El ejercicio del sufragio tiene la peculiaridad de ser de suyo una suerte de falacia, asociada a las falacias del problema de la continuidad y la agregación. La acción de un individuo por sí misma no tiene mayor efecto y toda acción, para que sea efectiva, supone una sumatoria (agregado) de muchos individuos. Ahora bien, si la ponderación de todos los individuos, tomados uno a uno, fuera equivalente, valdría decir que la declaración pública de intención de voto de uno y otro suman por igual; sin embargo, esto no es así. Cuando el ciudadano Juan Carlos Pinzón adhiere al uribismo diciendo que en segunda vuelta votará por Duque, su declaración pública no pesa igual que la de cualquier ciudadano, sino que le dice al 1.407.840 de colombianos que apoyaron esa fórmula, que Duque es la segunda mejor opción después de Vargas Lleras; igualmente, cuando la ciudadana Clara López Obregón declara su adhesión al proyecto de la "Colombia Humana", envía un mensaje a los 399.180 votantes que creyeron en su fórmula junto a Humberto de la Calle para que se persuadan de ir con Petro. Por su parte, cuando de la Calle  o Fajardo declaran su voto en blanco para la segunda vuelta, concurren en un acto de honestidad democrática evitando persuadir a sus electores para inclinarse a un lado u otro, como igualmente ha manifestado Robledo al defender que el voto en blanco es legítimo; finalmente, la declaración de Claudia López Hernández y su negativa a apoyar a Petro o a Duque ponen en evidencia la falsa disyuntiva moral, pues de un modo u otro, sea Petro o Duque, hay que hacer un riguroso control político.

Estas declaraciones públicas de intención de voto, aunque son individuales, no se pueden ponderar como iguales a las de cualquier otro ciudadano, pues no sólo son personalidades públicas relativamente influyentes en la in-formación de la opinión ciudadana, sino que fueron parte de la contienda y en varios casos obtuvieron votaciones significativas. Los pesos de sus declaraciones son distintos, pero considerables y pueden incidir para que la balanza se incline hacia un lado o hacia otro. Sin embargo, el solo voto ya puesto en la urna, no suma significativamente, y se suma igual que el de los demás conciudadanos. He aquí el problema de la agregación, pues un individuo puede juzgar que lo más honesto es no apoyar ni uno ni otro a sabiendas de que el peso relativo de su voto es con dificultad el 0,000000027% de los votantes potenciales y con suerte el 0,00000005% de los votantes efectivos. El voto de un ciudadano resulta insignificante, con lo cual es una gran falacia creer que uno elige, pero he aquí la problema de la agregación y la continuidad, porque aún así, si la democracia funciona bien, entonces la ciudadanía sí elige aunque la decisión individual del ciudadano no ponga (o evite que se ponga) a gobernante alguno. Así las cosas, no hay un peso moral si quien se opone al paramilitarismo uribista y a la vez no cree en las pretensiones de la "Colombia Humana" y no comulga con Petro, decide votar en blanco, pues si la decisión individual no determina la elección final, al menos estará tranquilo en su conciencia de no haber apoyado ni una cosa ni otra y aún así haber cumplido su deber democrático en las urnas.


Que cada quien vote libremente y sin presiones. Ojalá superemos miedos infundados que hacen daño a la política... pese a todo, las elecciones del pasado 27 de mayo nos informan algo, más allá de Tirios y Troyanos, no estamos polarizados y el pluralismo político en Colombia tiene esperanza; el espectro político no se reduce a una izquierda o una derecha, el mundo es más amplio.

Finalmente, recordar, que en este "Estado social de derecho, organizado en forma de República unitaria, descentralizada, con autonomía de sus entidades territoriales, democrática, participativa y pluralista, fundada en el respeto de la dignidad humana, en el trabajo y la solidaridad de las personas que la integran y en la prevalencia del interés general";
 el poder ejecutivo no puede sobreponerse al legislativo, y o Petro o Duque podrá hacer oposición desde el Senado y los ciudadanos organizados en partidos o movimientos políticos podrán ejercer la oposición ya sea a Duque o a Petro.   





 

Comentarios

Entradas populares de este blog

El problema de la existencia de Dios

Uso de una hermenéutica sincrética

Pensar precedido por el pensamiento