La violencia de la paz
A veces la paz es un acto de violencia que reprime tensiones; a veces el conflicto distiende la violencia latente que se oculta en la paz aparente.
La paz suele ser, y no en pocos casos, una forma cómplice de la violencia que reproduce y niega. Esta forma de paz es un estado de comodidad funcional, caracterizado por una doble tendencia a la negación y evitación de todo conflicto y a la conservación y reproducción de las condiciones que hacen posible mantener dicho bienestar y apaciguamiento.
Esta es la paz del ego cuando se halla en su zona de comodidad. Del ego narcisista doblegado sobre sí en su bienestar aparente. Las tensiones subyacentes son negadas sistemáticamente por la fuerza del ego, que a su vez se fortalece contra toda manifestación de conflicto que ponga en riesgo su bienestar e imperturbabilidad.
En nombre de la paz se ocultan esas complicidades con la violencia. Nos sitúa en la posición de la tolerancia y la indiferencia, en la negación del otro que es la mutua negación del nos-otros. La tolerancia es una de las formas de esa violencia solapada en la paz aparente; esa que dice: "allá tu y yo acá"; divididos, inhumanos, enfrascados en el ego individualista e individualizante.
Bajo estas expresiones de la paz aparente, se tiende a confundir la violencia con el conflicto que la produce. Se identifica lo que es efecto con lo que es causa; y en consecuencia, se tiende a evitar o reprimir toda manifestación de violencia negando la conflictividad latente. Es también frecuente, en esta perspectiva, que el conflicto sea concebido como una disfuncionalidad, como un problema de cooperación que puede ser solucionado por la implementación de una coordinación funcional entre elementos que integran un sistema.
En el camino paradojal de la paz, se necesita diluir el ego, violentando su bienestar enraizado en la negación sistemática de todas las tensiones que permanecen latentes, y que amenazan la conservación de su imperturbable apaciguamiento. En este camino, opuesto a la paz aparente, el conflicto es entendido como un campo de tensiones latentes que se manifiesta, a veces como violencia directa, y, generalmente, como violencia oculta, invisibilizada bajo otras formas que no son percibidas directamente como violencia, aunque actúan como tal.
No obstante las pretensiones de paz, o los lapsos de estabilización del conflicto, las diversas manifestaciones de las tensiones subyacentes actúan simultáneamente como denunciantes de la impostura de la paz aparente, desvelando la violencia que ésta ejerce, solapadamente, en el ocultamiento de la violencia que reproduce y niega.
Post Scríptum
Esta entrada, lejos de ser una apología a la "violencia", es una invitación a repensarla para luchar contra ella, preguntándonos por lo que se oculta tras nuestras muy loables pretensiones de paz.
El que quiera entender esto, le basta con cambiarse los lentes para ver la realidad y mantenerse vigilante de su ego apaciguante. Algunos dicen "no puedo entenderlo", cuando lo que en realidad están expresando es "no me interesa entenderlo". Dicen: "soy tolerante", es decir, "me es indiferente, no perturbes mi paz con tu violencia." Tolerancia es negación del otro y de uno mismo. Respeto, en cambio, es principio de justicia en el reconocimiento de sí mismo y del otro.
A veces la justicia no puede prescindir de ejercer cierta forma de violencia para poner coto y límites, tanto al otro como a sí mismo. El pacifismo suele devenir en conformismo y complicidad con la violencia estructural que se reproduce en la cultura y en la sociedad misma. La construcción de la paz, implica la justicia que pone límites a los excesos y denuncia los abusos, los atropellos y cualquier forma de miseria humana.
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