Entre phylosophía y meditación


"Unconditional love denies nothing: it embraces everything, seeing through fear and making new choices, but with love, not judgment" (Isha Judd)

Del amor externo y el amor interno

El amor hacia otros, ese deseo movido por la atracción, es como una ola que va y viene; es emocionante, anima, pasa y se va. El Amor interior es una fuerza que crece y crece desde lo profundo de nuestro ser, en unión con nuestra propia esencia, nuestra propia potencia, se va estabilizando mientras observa las experiencias externas, las vicisitudes, entre penas y alegrías del afuera; el amor interno permanece anclado en una profundidad de paz y silencio constante mientras contempla con dicha cada presente que el universo le trae. Disfruta la lluvia, la brisa, el cálido viento y la fría mañana; una nueva vida que nace y otra que fenece, la pena y el gozo, lo mucho y lo poco. Cada cosa que pasa es un acontecer del ser; algo llega y algo se va. El oscuro filósofo, anuncia: Panta rei, "todo está fluyendo como cántaros". Y el innombrable: tristeza y alegría son modos de ser, la disminución y el aumento de nuestra potencia. La plenitud del Amor interno calma la apetencia insaciable de la voluntad; fluye con el amor y el desamor del afuera, se rinde a la naturaleza de lo contingente, siente la dicha y abraza la pena, mientras elige en cada instante volver a su potencia interna, permanente y necesaria.

Del tener, el hacer y el ser


Tanto el tener como el hacer son sólo momentos pasajeros de un modo del ser, y la felicidad viene del amor a lo que permanece eterno, el ser, en el que cada instante se diluye, en un flujo incesante, donde todo es unidad; pero nada emana del uno, no hay ser hypostasiado, todo es uno, todo es ser, luz, amor, fuerza, divinidad, vacuidad absoluta.

El tener es la ilusión de lo externo, aquello que anima la insaciable vacuidad de la voluntad. Todo se diluye permanentemente.  La acción es como un modo del tener, es el haber en el hacer; es la potencia creativa del espíritu, es la proyección del cuerpo en otro cuerpo, es la creación del amor. Pero no hay un hacer enajenado para el ser, porque el ser no se identifica con su hacer, ni se soporta en su obra; así que puede dejar ir todo su hacer, moviéndose en cada momento, dando, fluyendo y creando; dejar ser para volver a ser, un nacer y morir permanente, creación y destrucción son sólo el modo temporal del ser. Quizá al Innombrable filósofo se le habría escapado que también hay un modo temporal del ser infinito, que es el hacer, mas eso no importa, por cuanto los modos del ser, alegría y tristeza, no dejan de ser en "la divinidad eterna, incorruptible y feliz". Tener y hacer son también relación, movimiento de velocidades y quietudes, dentro del movimiento infinito y la quietud infinita del ser eterno. 






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